¿Por qué nos cuesta hablar de autismo?
¿Alguna vez has sentido miedo de hablar sobre autismo por temor a decir algo incorrecto? Recuerdo mis primeras veces abordando el tema, desde la vereda de ser autista. Mi naturaleza extrovertida huyó junto con mi seguridad al hablar, así que pocas veces toqué el asunto. Hablé solo con mi psicóloga de aquel entonces y con unas pocas personas a quienes quise contarles sobre mi diagnóstico, pero me encontré con reacciones diversas.
Aquellas amigas que me llevaron por el camino del libro de Rudy Simone (si no sabes quién es, lee mi blog El autismo me encontró antes de que yo lo encontrara) me decían que lo sospechaban, porque ellas mismas tenían dudas sobre sus identidades. Mi familia quería saber de qué se trataba, así que con ellos pude hablar más abiertamente.
Pero en el trabajo, solo le conté a un par de personas y no tuve mucha comprensión. Uno dijo que tal vez la psicóloga se había equivocado. La otra, que no me parecía en nada a su vecino autista “que no habla y parece que tiene una parálisis, porque lo llevan en silla de ruedas”.
En ese entonces, recién estaba aprendiendo sobre el autismo detectado en la adultez, sobre mujeres autistas y sobre la falta de información precisa. Recuerdo que investigué sobre los símbolos del autismo cuando me enteré de que el 2 de abril era el Día Mundial de Concienciación sobre el Autismo, porque quería llevar algo que representara mi nueva identidad. Solo encontré muchas piezas de rompecabezas y lazos azules. Afortunadamente, no encontré artículos con esos diseños, que más tarde descubriría que no representan adecuadamente a nuestra comunidad.
Algo sí estaba aprendiendo: había cada vez más mujeres hablando de autismo en primera persona en redes sociales. Y yo quería ser como ellas, así que empecé a seguirlas. Aprendía muchas cosas: términos, nuevos estudios, mitos y verdades, etc. Y aunque intentaba compartir con mis conocidos lo que aprendía, a veces me sentía mal cuando descubría que algo de lo que había dicho era incorrecto (como cuando decía que yo era TEA, o hablaba de mis características como “síntomas”).
Equivocarse es parte del aprendizaje
Pero ¿sabes qué? Notar que me había equivocado no fue algo negativo. Es humano aprender de nuestros errores, y el autismo no es la excepción. Si veía que corregían a alguien con algún término o explicación, me quedaba pensando en cómo debía ser, cuándo podría cometer el mismo error y cómo evitarlo. Y si me corregían a mí, me lo tomaba con humor, agradecía y luego anotaba en mi agenda ese ajuste que debía hacer en mi mente.

Podríamos decir que aprender sobre autismo es como aprender un nuevo idioma. Al principio, pronunciarás algunas palabras mal o usarás términos incorrectos, pero con la práctica, te sentirás más segura y fluida.
Si el miedo a equivocarnos nos detuviera, mucho de lo que hoy tenemos no existiría. Los primeros que intentaron encender fuego de seguro no lo lograron a la primera. Otros que inventaron recetas nuevas debieron notar sus errores con desagrado, como mínimo. Pero sin esos errores, no tendríamos la variedad de platos que disfrutamos hoy.
Y en el aprendizaje sobre autismo ocurre lo mismo. No se trata solo de corregir errores, sino de evolucionar nuestro conocimiento. La ciencia y nuestra comprensión del autismo siguen avanzando, y eso es algo valioso.
Claves para hablar de autismo con confianza
Si deseas compartir lo que aprendes con otros —ya sea familia, amigos, compañeros de trabajo o de clase— es importante tener en cuenta algo: cuando enseñas algo nuevo, a menudo derribas una creencia que estaba incompleta o equivocada. Esto puede afectar emocionalmente a la otra persona, que tendrá que revisar sus ideas previas. Y eso no es fácil.
Una estrategia que me ha ayudado es empezar con preguntas. En lugar de decir “Eso no es cierto”, puedes preguntar: “¿De dónde sacaste esa información? Yo he leído que…”. Esto abre el diálogo, en lugar de cerrarlo.

Y siempre explica con respeto. No es más sabio el que habla más fuerte, ni tiene la razón el que dice la última palabra. Si la persona con la que estás hablando no quiere razonar en ese momento, si se cierra y dice que eres tú la que se equivoca, no caigas en el error de discutir. Dale tiempo, de seguro algo de lo que le has transmitido le quedará dando vueltas en su cabeza.
Cómo seguir aprendiendo sin miedo a equivocarse

Es normal sentir dudas, ya que enfrentamos opiniones cambiantes todos los días. Esto puede hacer que nos preguntemos: “¿Entonces para qué esforzarme por aprender sobre un tema, si mañana probablemente cambiará su definición?” Este es otro miedo común: pensar que, porque en el pasado estuvimos equivocadas, siempre estaremos en error y nunca llegaremos a saber la verdad.
No te preocupes. Da espacio a tu mente para digerir lo nuevo y sorpréndete por lo que serás capaz de aprender. Piensa en cuando eras niña y tenías muchas ideas sobre el mundo que, al crecer, descubriste que no eran ciertas. Eso no te impidió seguir creciendo ni tomar decisiones importantes. Lo mismo aplica al aprender sobre el autismo. Aunque algunas de nuestras creencias anteriores puedan ser erróneas, eso no nos aleja de la verdad. Al contrario, nos acerca más a ella.
Cada vez que eliges aprender y compartir, estás ayudando a que más personas tengan información real sobre el autismo. Y eso siempre es un paso en la dirección correcta.
Ahora, me gustaría saber tu experiencia. ¿Te ha pasado alguna vez sentir miedo al hablar sobre autismo? ¿Te paraliza el miedo o lo ves como una oportunidad de aprendizaje? Déjame un comentario o escríbeme en redes sociales, ¡me encantaría leerte!
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