¿Alguna vez has seguido un hilo de investigación que te llevó a un lugar completamente inesperado? Pues así terminé aprendiendo sobre autismo… por la lengua de señas chilena. Sí, leíste bien. Te cuento cómo pasó.
Nunca imaginé que aprender lengua de señas me llevaría al autismo, pero así fue…
Aprendí lengua de señas chilena gracias a reuniones donde participábamos tanto sordos como oyentes. Los mismos sordos, de todas las edades, me ayudaron y enseñaron su idioma. Al conocer más sobre sus experiencias de vida, sentí un impulso por estudiar una nueva carrera, y con un propósito en mente: ayudar a las personas sordas con su salud mental y aprendizaje, en su propio idioma. Así fue como me hice psicopedagoga.
Durante la carrera, tuve mis primeros acercamientos al autismo. No fueron profundos ni actualizados, debo decir; por lo que nos explicaron en clase, tuve claro que con niños autistas no iba a trabajar (eso dije en mi mente esa vez). Una compañera de clase, que tenía experiencia con alumnos “asperger”, nos comentó que ellos tenían “una especie de autismo” pero con mucha inteligencia. Nos contó algo más sobre sus características, en especial su personalidad. Y listo, eso fue todo lo que supe hasta el año 2015.
Un par de años después, comencé a investigar sobre “asperger”, porque sentí que alguien en mi familia era muy “doctor House” (en un capítulo tratan de explicar su comportamiento diciendo que posiblemente era “asperger”). Pero como la ficción a veces exagera, o la realidad a veces la supera, comencé a buscar literatura que hablara sobre ese síndrome. Lo curioso fue que, hablando con unas amigas sobre mi investigación, me recomendaron un libro titulado “El Asperger en femenino”, o Aspergirls, de Rudy Simone. Lo conseguí y empecé a leerlo, y en cada página que avanzaba se me abrían más los ojos y me quedé sorprendida: el libro me describía casi completamente.


Allí inició mi viaje de autodescubrimiento. Todo lo que muchas veces me hizo pensar que yo estaba rota, que no era de este planeta, o que nunca iba a encontrar mi lugar, desfiló por mi mente y pude poner por escrito todas las características que noto en mí. Debo señalar que siempre he sido muy introspectiva, así que sentía que me conocía bastante. Fui con mi psicóloga de siempre y le planteé mis dudas. El resto, es historia.
Desde que confirmé mi identidad autista (diagnóstico médico incluido), he tenido la idea y la necesidad de explicarle a otros de qué se trata y por qué necesitamos ver el autismo como verdaderamente es: un neurotipo, una forma entre muchas formas en la que se desarrolla nuestra neurología. Por eso he dedicado tanto tiempo a estudiar, a investigar, a hacer comunidad y a compartir con mis aliadas autistas, porque sabemos lo difícil que se pone desde que llega la sospecha hasta que “salimos del clóset” con nuestra identidad autista.

El diagnóstico llega como un terremoto… pero después del sismo, todo empieza a acomodarse.
Después de iniciar un período de activismo en redes sociales, me puse a pensar qué más se necesita en este mundo para impactar positivamente a la sociedad. El desconocimiento es el primer problema, porque es habitual que como seres humanos le temamos a lo desconocido (y nazcan mitos y leyendas a partir de esos temores). Y el segundo problema es el exceso de información, pero mal interpretada y poco analizada.
Por eso, para ayudar a las familias cuando reciben la noticia de que hay un autista en casa, decidí abrir la Academia Selenita, para enseñar todo lo que sé sobre autismo, y todo lo que siga aprendiendo, así como mostrar lo que significa vivir siendo autista, desde dentro, no desde la mirada de investigadores distantes y fríos que solo miden resultados y números.
Ser autista en un mundo neurotípico no es fácil, pero no significa que no haya caminos.
Si has llegado hasta aquí, quizá te sientas algo agobiada por tanta información. No voy a pintar de colores pastel la vida de un autista, porque ser neurodivergente en un mundo construido por y para neurotípicos es bastante difícil. Pero tengo la esperanza de que, así como la humanidad ha ido evolucionando con el tiempo, y va dejando atrás conductas y costumbres que eran dañinas para ciertos grupos, así mismo podrá ocurrir si educamos y guiamos correctamente a las nuevas generaciones.
Ah, ojo: las generaciones actuales aún pueden sumarse a este reto, estoy segura de que les parecerá desafiante pero también será muy gratificante cuando veamos los mejores resultados.
Ser autista en un mundo neurotípico no es fácil, pero la educación es nuestra mejor herramienta. Y aquí estamos, construyendo puentes juntos.
Ahora cuéntame tú: ¿cómo empezó tu historia con la neurodiversidad? ¿Cómo fue tu primer acercamiento al autismo? ¿Y cómo llegaste hasta mí? Me encantará leerte.

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